“Hay una cosa de la que nos tenemos que enamorar…
de las palabras. Porque quien ama las palabras ama la vida, ama el amor, ama lo que le rodea y todo en su entorno quiere ser atrapado por sus palabras. Ese sentimiento ha sido, durante siglos, reflejado de diferentes formas pero la principal de todas ellas: EN VERSO. Porque el verso es compañero de las desdichas y las alegrías, es cómplice y aliado, es refugio y cobijo para el que sufre de amor, es el medio más sensual para cantar a la vida, para “piar” que nadie puede arrebatarnos este tesoro: la poesía, nuestras palabras”. (ALL)

sábado, 1 de junio de 2013

EL NIÑO DORMIDO

EL NIÑO DORMIDO

No levantes la voz; el niño está dormido.
Contén el paso, espera, aguarda en cauto acecho;
que no se mueva el aire, ni se oiga el menor ruido,
para que en tierna paz, te aproximes al lecho.

Mírale sonriente al almohadón asido,
el oso de su vida apretándole el pecho,
en la mano, seguro, tiene un hilo prendido
del globo de colores que oscila bajo el techo.

Alrededor su mundo —juegos de construcciones,
trompos, libros, muñecos, autos, trenes, camiones—;
todo goza en el cuarto sueño de maravilla
salvo el tic-tac cadente del reloj de la abuela.
Déjale que descanse: mañana irá a la escuela;

cuanto más, con los labios rózale la mejilla.

Autor: Marilina Rébora, poeta y prosista argentina (Buenos Aires, 1919-1999).
Su obra está influenciada por Alfonsina Storni y Horacio Quiroga. Su poesía lírica, pura y mística alcanza alta expresión.
Comentario: Con este poema me siento muy identificada, con solo leer las primeras frases me hace recordar muchas cosas. Creo que es el poema que mas me ha gustado de todos los que llevo publicados.

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